La fotógrafa de las fronteras y el arraigo se lleva el premio Cartier-Bresson de este año

  • La inglesa Vanessa Winship ha documentado de forma poética la relación con la tierra natal en los Balcanes, Georgia y Anatolia.
  • Su obra es profundamente emocional y destaca por un acercamiento puro a los niños de zonas deprimidas.
  • El galardón, uno de los más prestigiosos, quiere potenciar la carrera de fotógrafos emergentes.
Otra foto de escolares de zonas rurales de Vanessa Winship
Otra foto de escolares de zonas rurales de Vanessa Winship
Copyright Vanessa Winship / Vu’
Otra foto de escolares de zonas rurales de Vanessa Winship

La fotógrafa inglesa Vanessa Winshipp (Londres, 1960), que ha documentado durante una década la vida en los Balcanes, Anatolia, Georgia y otras zonas deprimidas o castigadas por conflictos bélicos y étnicos, acaba de ganar el premio Henri Cartier-Bresson de 2011. El galardón bianual, uno de los más prestigiosos de la fotografía, se concede a fotógrafos que hayan completado "un significativo cuerpo de trabajo" pese a su juventud y que utilicen el lenguaje del documental.

La Fundación Henri Cartier-Bresson, que dota el galardón con 30.000 euros, preserva la obra y el estilo humanista del padre del documentalismo fotográfico moderno. Desde la institución del premio ha sido otorgado a Chris Killlip (1989), Josef Koudelka (1991), Larry Towell (2003), Fazal Sheikh (2005), Jim Goldberg y (2007) y David Goldblatt (2009).

Winship, una de las fotógrafas con más talento del panorama actual, ya había ganado dos veces en premio World Press Photo (1998 y 2008) y una el  Sony World Photography (2008).

Mirada poética y veraz

Durante una década Winship ha merodeado por los rincones y caminos de zonas sometidas a las injusticias y desastres de la guerra, los conflictos étnicos y la pobreza. Desde su base en Estambul (Turquía) se ha desplazado por Georgia, los Balcanes, Anatolia y las costas del Mar Negro para retratar, con una mirada poética y veraz, la vida en estas zonas.

El estilo de sus fotos, anclado en la modernidad pero con fuertes vínculos con el documentalismo clásico, es emocional y ahonda en cuestiones como la identidad, el arraigo (y el desarraigo), las fronteras, la unión con la tierra natal, la identidad y el género.

Su trabajo Sweet Nothings, sobre chicas escolares de zonas rurales del este de Anatolia, fue editado en libro en 2009 y se convirtió en una de las más potentes publicaciones fotográficas de los últimos años. "Mientras procesaba las fotos, durante semanas, mientras las seleccionaba, no paraba de llorar... Es difícil de verbalizar. Estas chicas desprenden una inocencia que es muy difícil de encontrar y de poder retratar. Quizá no encuentre nada como esto nunca más", ha declarado Winship sobre esta serie. Además, este trabajo ganó el premio en la XIII edición del festival Descubrimiento PHotoEspaña 2010.

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